Yo mismo

 

Yo mismo

me encontré frente a mí en una encrucijada.

Vi en mi rostro

una obstinada expresión, y dureza

en los ojos como

un hombre decidido a cualquier cosa.

 

El camino era estrecho, y me dije:

«Apártate, déjame

paso,

pues tengo que llegar hasta tal sitio.»

 

Pero yo no era fuerte y mi enemigo

me cayó encima con todo el peso de mi carne,

y quedé derrotado en la cuneta.

 

Sucedió de tal modo, y nunca pude

llegar a aquel lugar, y desde entonces

mi cuerpo marcha solo, equivocándose,

torciendo los designios que yo trazo.

 

--Angel González

Poemas, Madrid 1980