Obligaciones del poeta
Que nunca te dé por sentirte
intelectual privilegiado cabeza del libro serrucho de conversaciones
mustio pensador adolorido.
Vos naciste para degranar estrellas
y descubrir la risa de la muchedumbre entre los árboles,
naciste blandiendo el futuro
mirando por ojos, manos, pies, pecho, boca,
adivino del porvenir
agorero de días de los que el sol
aún ignora su paternidad,
fuiste engendrado en noches de luna
cuando aullaban lobos y corría enloquecidas las luciérnagas,
tenías los ojos abiertos desde que asomaste al mundo la cabeza
y tu piel era más tierna y delgada
que la de las gentes nacidas a ojos cerrados,
fuiste privilegiado para el dolor y la alegría,
hijo del mar y la tormenta,
hecho para buscar tesoros en pantanos y desiertos.
Tu legado fue el desmedido amor,
la confianza, la ingenuidad,
la sombra de los chilamates,
el trino de los zenzontles negros.
Ahora el fondo de la tierra
emana electricidad para cargar tu canto
se desparraman los poemas en las caras sudorosas,
y en las ávidas manos sosteniendo cartillas y lápices;
ahora no tienes más que cantar lo que te rodea,
el suave diapasón
de las ardientes voces
de la multitud.
--Giaconda Belli
Volcán