Lluvia

(continuación de II)

 

 

Amo la lluvia:

sus pasos de agua me visitan,

y todos los días, al levantar mi voz

contra los viejos sistemas del hambre,

hay alguien vigilante que guía mis pasos

desde el pecho fluvial de una tormenta.

 

Amo la lluvia:

con ella oí llorar al mar

cuando puse mi oido ciego

sobre el pecho tembloroso

de un joven marinero asesinado.

 

ĦOh lluvias mías, tormentas dulces,

lloviznas, aguas de viejas alegrías,

ya no tengo mi pulso a la altura

de vuestro agitado paso por el mundo...!

 

 

--Otto René Castillo

Para que no cayera la esperanza