Lluvia
¡Oh, lloviznas de mi infancia,
antiguas, dulces camaradas mías!
I.
Hoy llueve largo,
el agua ha tenido su párpado
sobre la redonda pupila terrestre
y hay un subsueño acuático, difuso,
en cuyo labio más remoto navegan
cinco barcos de papel sin marineros.
Hoy llueve extenso,
el agua quiebra su delgada cintura
en las manos sedientas de la tierra,
estableciendo en su inmenso territorio
un recuerdo ambiguo, borroso, que inventa
esa forma de darse que tiene la tristeza...
¡Oh lloviznas de mi infancia dulces,
antiguas camaradas mías que yo amo!
Hay un tiempo atrás de mis últimos pasos:
allí la lluvia y los pájaros invadieron
los bosques que mi pecho levanta con orgullo.
Hay una pareja enamorada bajo el agua:
allí los besos desnudos caminan
en el invierno como niños descalzos.
Hay una risa campesina que nos llueve,
allí crece silvestre el trigo de la vida
y su estatura dorada nos pulsa su guitarra
con la música blanca que las espigas sueñan.
¡Oh infancia que descalza caminas
por aquellos inviernos provinciales!
¡Oh aguas pupilares de mi país,
naced en mi roto corazón...!
--Otto René Castillo
Para que no cayera la esperanza