Quede dicho, por siempre, de este modo impreciso

-con la divina imprecisión de los crepúsculos;

como en la tarde ese sonoro

himno de perros y vecinas

que sube de la vega, tan claro y tan confuso-

que dicho, por siempre, que te quiero

sin más razón ni lógica

que la del querer puro...

--José María Pemán